Evaluación de secuelas psicológicas tras eventos traumáticos
La exposición a eventos traumáticos puede dejar huellas emocionales significativas que afectan la vida cotidiana, las relaciones interpersonales y el bienestar general de la persona. En este contexto, la evaluación psicológica juega un papel crucial para identificar las secuelas psíquicas del trauma, brindar orientación diagnóstica y, en algunos casos, sustentar procesos clínicos, laborales o judiciales (Briere & Scott, 2014).

¿Qué se considera un evento traumático?
Un evento traumático es una experiencia que sobrepasa los recursos habituales de afrontamiento de la persona y genera una amenaza real o percibida para su integridad física o psicológica. Ejemplos comunes incluyen accidentes graves, abuso sexual, violencia doméstica, robos, desastres naturales, exposición a la guerra o la migración forzada (Van der Kolk, 2020).
No todas las personas reaccionan igual ante un mismo evento. La historia personal, la edad, los recursos de apoyo y el contexto influyen en el tipo e intensidad de las secuelas (Briere & Scott, 2014).
¿Cuáles son las posibles secuelas psicológicas?
Las secuelas más frecuentes incluyen:
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Trastorno de estrés postraumático (TEPT)
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Trastornos de ansiedad o depresión reactiva
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Disregulación emocional, irritabilidad o retraimiento social
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Alteraciones en la memoria, la concentración o el sueño
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Culpa, vergüenza o sensación persistente de inseguridad
Según el DSM-5-TR (American Psychiatric Association, 2022), el TEPT se caracteriza por la reexperimentación del trauma, evitación de estímulos relacionados, alteraciones negativas en la cognición y el estado de ánimo, y reactividad aumentada. En algunos casos, los síntomas pueden ser difusos o aparecer tiempo después del evento, lo cual puede dificultar su identificación sin una evaluación especializada.
¿En qué consiste la evaluación psicológica?
La evaluación se adapta al motivo de consulta y al contexto (clínico, laboral o legal), pero generalmente incluye:
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Entrevistas clínicas estructuradas y semiestructuradas: para comprender la historia del evento, la evolución de los síntomas y su impacto funcional (Briere & Scott, 2014).
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Instrumentos psicométricos validados: para la medición de trauma, ansiedad, depresión y funcionamiento adaptativo, como el Cuestionario del Impacto del Trauma (CIT), Inventario de Ansiedad de Beck (BAI), Inventario de Depresión de Beck (BDI) e Inventario Breve de Afrontamiento (COPE-28).
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Análisis del contexto del trauma: factores protectores y de riesgo, y recursos disponibles.
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Observación clínica: centrada en el comportamiento, la expresión emocional y la narrativa del evento.
Cuando se realiza con fines periciales, el informe debe responder a preguntas específicas del órgano solicitante, siguiendo principios éticos como la imparcialidad, la fundamentación técnica y el respeto por la dignidad de la persona evaluada.
¿Por qué es importante esta evaluación?
Identificar las secuelas psicológicas permite:
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Acceder a tratamientos oportunos y adaptados a las necesidades reales de la persona.
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Solicitar adaptaciones laborales, educativas o de entorno cuando corresponda.
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Aportar evidencia relevante en contextos judiciales o administrativos, por ejemplo, para valorar daño moral, establecer medidas de protección o definir la idoneidad para ciertas funciones o entornos.
Bibliografía
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American Psychiatric Association. (2022). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5-TR). Washington, DC: APA.
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Briere, J., & Scott, C. (2014). Principles of trauma therapy: A guide to symptoms, evaluation, and treatment (2nd ed.). Sage Publications.
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Van der Kolk, B. (2020). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Editorial Eleftheria.